lunes, 26 de abril de 2010

I - I

Se encendió un cigarro entre suspiros, trataba de recordar lo que acababa de pasar mientras se limpiaba con la mano su cara sudada.
Una luz le cego por unos instantes, sus ojos se adaptarón al cambio y pudo distinguir lo que tenia delante:
Un chico joven, de unos 17 años y con el flash del movil activado se acercó hasta la acera donde estaba sentado.
-¿Te encuentras bien?. -Le dijo el muchacho agarrandole el hombro.
-Eeh... Si, estoy bien.
-¿Seguro? ¿Quiere que le lleve a algún lado?
-No. - A la vez que pronuncio ese "no" cortante como el hielo, se quito la mano del hombro.
El muchacho le miró, sonrió y se fue con su grupo de amigos entre risas.

Era posible que le quisieran robar, era lo mas probable a esas horas de la noche y no tenia tiempo para andarse con tonterias, debia volver a casa y limpiarse.
Se levanto apoyandose en la pared y se dirigio hacia su coche, que deberia estar a unos 200m de donde estaba.
El frio le penetraba en los huesos y el sudor empeoraba la situación, era plena noche, no tenia reloj, pero intuia que debian ser las 04:00 o quizá un poco mas tarde, no habia nadie en la calle y lo unico que se escuchaban eran las papeleras caer por el grupo de chavales de antes,
-"Gilipollas..." pensaba él mientras echaba mano a por otro cigarro.
Sacó la llave de su coche, era un poco antiguo, quizá tenia siete años, su padre se lo habia regalado para su 21 cumpleaños, y de eso hacia ya un par de años, pero aún se conservaba bien y le habia servido para muchisimas cosas, reservaba un buen recuerdo de ese coche y no queria deshacerse de el, de momento. Introdujo la llave en la cerradura mientras se chupaba el pulgar para limpiar una mancha que habia en la ventanilla.

Condujo por las oscuras calles hacia lo que empezaba a distinguir como su barrio, ya veia su casa y un hueco perfecto para aparcar, tenia asumido que iba a dar vueltas como un tonto o que iba a aparcar lejos de casa, pero no.
Mientras conducia y fumaba, iba recordando todo lo que habia pasado;

Recordaba que habia salido de trabajar, habia cojido el coche y se habia dirigido hacia el trabajo de Rober.
Rober era un hombre de unos 45 años, quizá 46, era un tipo solitario, le gustaba la fiesta y debia ganar un sueldo medio, intuia que era soltero porque le gustaba la soledad,siempre estaba solo, eso o porque tenia una obsesión oculta que muy pocos conocian.

Le siguio por las calles, planificando su jugada. El trayecto estaba repleto de calles oscuras, frias... muertas, lo cual era perfecto para él.
Cuando dió por finalizado sus planes, le siguio hasta un semaforo en rojo y se situó a la derecha de de Rober.
-Per... Perdone, le está goteando el aceite a chorros, deberia mirarlo.
Rober le miro, no sabia si se estaba quedando con él o le decia la verdad, bajo del coche, se quito la corbata y abrió el maletero, iria a cojer alguna herramienta, un gato quizá... Un duro golpe le sacudio hacia la izquierda y le lanzó contra el suelo.
Al levantar la mirada le vió, con una sonrisa en la boca, un cigarro en una mano y un bate de beisbol en la otra.
-¿Pero que coño? -No penso lo que dijo, fue puro instinto lo que salio de su boca.
El impacto no habia sido muy fuerte, no le habia roto ningún hueso, le dió lo suficientemente fuerte como para tirarle al suelo.
-¿Te gusta? - Le dio una calada a su winston.
-¡¿Pero qu...?! - Rober se incorporó apoyandose en el coche y con una mano sujetandose las molidas costillas, se metio la mano en el bolsillo trasero del pantalón y saco un objeto plateado, apenas se podia distinguir lo que era por culpa de la oscuridad.
"No jodas..." Pensaba que no llevaba ningún tipo de arma, rezaba para que no fuera una pistola.
-¡Chas! -El sonido de una navaja automatica le sorprendió, Rober saco una navaja, debia medir abierta entera unos 20 cm, quizá un poco menos.
Sin pensarselo dos veces, disfruto de su ultima calada y tiro el cigarro y cogio el bate con las dos mano.
-¡Te voy a matar maricón ¿no sabes con quien te estás metiendo verdad? - El tono de Rober iba subiendo cada vez mas con cada palabra que decia.
Se preparó para batear... El impacto iba a ser en breve. Rober, con cara de odio fue, navaja en mano, a asestarle una puñalada, lo único que sintio fue un impacto brutal en la mandibula. Sus músculos se quedarón sin fuerzas y calló al suelo, aún consciente. No podia mover las manos, no podia mover los pies, solo podia ver, oir y sentir..
-Nos vemos en el infierno. - Fueron las últimas palabras que escucho.
Vió a un hombre con un bate de beisbol, con salpicaduras de sangre en su camiseta blanca, su propia sangre.
Sintió sus costillas crujir, sintió un pulmón perforandose, encharcandose, los golpes eran cada vez mas freneticos y contundentes, apenas podia respirar, pero queria vivir, asi que lucho por su vida, alzo su brazo con todas las fuerzas que le quedaban para evitar los golpes, lo siguiente que sintió fue el impacto en su antebrazo, el cual se quebró por la mitad. Ya no podia gritar, en su boca no habia mas que sangre.
Lo ultimo que vio fue un trozo de madera que se perdia por su derecha.


Estaba cansado, fatigado y manchado, se dirigio al coche y se cambio de ropa, la otra la quemo con queroseno.
Se montó en el coche y condujo hasta la ciudad.
- Joder... - Dijo por lo bajo; se habia quedado sin tabaco, y no habia nada mas que le jodiese que quedarse sin tabaco.
Estaba en una avenida y no habia nada abierto, lo único vivo eran un par de borrachos peleandose, otro par riendose y una prostituta en una esquina.
Paró a 200m de un 24 horas y fué corriendo hacia allí. El hecho que dejará el coche tan lejos se traslada tiempo atrás, quizá unos cinco meses, cuando nada mas salir de la tienda, unos tipos le sorprendieron al subirse al coche y le despojaron todo, por eso el coche no tiene radio. Asi que aprendió de su error, y de camino a la tienda podia ir vigilando a todas las personas que pasaban, incluidas las prositutas, nunca se sabe.


Aparcó y bajó del coche, estaba cansado, le dolian los musculos y un poco la cabeza, el olor del queroseno al prender le gustaba, quizá podria decir que le excitaba un poco, pero le producian dolores de cabeza insoportables que contrarrestaba con tabaco. Siempre se pregunto el porqué, pero se dio por vencido en buscar la respuesta.

En un momento, se presentó en su portal, negro, con adornos plateados, era bonito y amplio, su edificio era de siete plantas y el vivia en la septima, en el atico que tanto le costó tener. De camino al portal, se frotaba las manos, el frio le calaba los huesos y el sueño acumulado no ayudaba demasiado.
Entro en el portal, no habia nadie, no se escuchaba nada. Giro hacia su derecha, hacia los buzones que estaban todos en formación, erán muy bonitos y pegaban con la decoración. Lo abrió, no habia nada, sonó un respiro y lo volvió a cerrar.
Se aventuraba por el pasillo hacia el ascensor y paró en seco.
Dió media vuelta y se dirigio hacia su buzón y se quedo mirando la etiqueta: "Bober Yttredal Sorensen".
Sonrió y se dirigió de nuevo al ascensor.